Hemos venido dando cifras de la
educación en México, que nos demuestran que falta educación, pero ¿Qué
educación? ¿Para qué se educa a una persona, a un pueblo?
Es un cuestionamiento sobre las
raíces mismas de la educación, es decir, ¿se pretende que las personas sean
competitivas, que funcionen eficientemente como una pieza más dentro de un
aparato productivo? ¿O se educa para que sea propositivo, creador, que armonice
con los demás individuos y todo lo que le rodea?
Los planes de estudio en nuestro
país se han concretado a pretender brindar información, no formación a los
alumnos; se da prioridad a las ciencias exactas y poco a poco se han retirado
las humanidades, se enseña a memorizar, no a pensar, a competir, no a ayudar.
Bajo estas características de la
educación es fácil entender el porqué de la sociedad que somos y todos los
problemas que como país tenemos. Cuando se dice que la educación es la llave
para el progreso personal y social es porque en ella va la visión que una
persona tiene del mundo, su escala de valores, su manera de resolver
conflictos, y cada una de las actitudes que tiene a lo largo de su día y su
vida.
Debe reformularse de fondo el
concepto de educación en México, especialmente la básica que es la que llega al
mayor número de personas e impacta más en la formación del individuo.
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